En 1948 se hizo cargo del
negocio de venta de tejidos en Erratzu y ese mismo año ganó el
Diploma de Honor del Certamen de Pintura del Ayuntamiento de
Pamplona. Coincidió en Elizondo con el pintor Vizcaíno Fidalgo, con
quien se unió para montar un estudio el cual se fue convirtiendo en
el centro de aprendizaje de los pintores baztaneses del momento, con
quienes más tarde formaron el grupo “Artistas del Baztán”, un
grupo de trabajo con pintores vizcaínos que llegaron a Elizondo
atraídos por Fidalgo, a los que se unió Ana Marín. Así Agustín
Ibarrola y Ariño de Garay, conociendo al escultor Oteiza a través
del primero. Este grupo fue presentado en Pamplona en 1983 en los
Pabellones de la Ciudadela.
Cuando Fidalgo se marchó
a Madrid, vivió un periodo de “abstinencia artística” que duró
diez años (de 1955 a 1965). Más tarde comenzó a pintar al aire
libre, participó en numerosas exposiciones de forma colectiva, y se
presentó individualmente con una acogida excelente en Elizondo en
1994. Realizó junto con Ismael Fidalgo la exposición “De Baztán
a las Minas” la cual viajó en octubre de 1995 desde Baztán a
Irún, Barañain y Portugalete.
De
la experiencia conjunta derivó en Apezetxea el geometrismo
que le es propio. Geometrismo separado, sin embargo, del asunto
social, incardinado en la naturaleza baztanesa. Martín Cruz escribe
de Apezetxeaa que <<bebe en la herencia fundamental de Cézanne
y tamiza su color aprendido en las fuentes del impresionismo>>.
Impresionismo que habría que valorar como la forma espontánea y
libre de traducir conforme a verdad su intensa emoción ante el
paisaje. Y es que su pintura nunca hubiera existido sin la certeza de
un paisaje baztanés que se comprende y se ama, porque se respira su
aire a diario. El mismo, refiriéndose al paisaje que le rodea, ha
dicho: <<estoy plenamente convencido de que sólo en lugares
como éste los seres humanos vivimos, aún, una verdadera existencia
humana>>. La raíz de su pintura está ahí. Una pintura
austera, íntima, contemplativa y sencilla.
Así pues sus obras beben
directamente de la influencia del impresionismo con una gran fuerza
colorista y una pincelada suelta que sabe controlar en la
esquematización propia del entorno que retrata. Fue discípulo del
artista y familiar Javier Ciga en su juventud y siempre ha sido un
enamorado del pintor postimpresionista Paúl Cézanne.
Apezetxea es pintor de
vocación más que de oficio, ya que durante toda su vida ha tenido
que alternar los pinceles con otras disciplinas. Trabaja sobre todo
al aire libre y esa libertad se transmite en sus paisajes, en los que
los distintos planos delimitados por el color se superponen unos a
otros con una tendencia constructivista, de orden, que curiosamente
en algunos casos roza la abstracción. Además de los paisajes,
Apezetxea ha trabajado el retrato y los bodegones.
También ha sido maestro
del Curso de Pintura al aire libre titulado “Paisajes del Baztán”
impartido junto a Tomás Sobrino durante los meses de verano.
Jose Mari Apezetxea
Fagoaga, un gran pintor centrado, principalmente, en la naturaleza
del valle, muestra con una visión muy particular y emotiva la magia
de Baztán. Su obra forma hoy parte de colecciones de España y
América.
No hay comentarios:
Publicar un comentario