Bienabe
Artía es un pintor guipuzcoano que nació en Irún en 1899 y
falleció en Etxalar (Navarra) en 1987.
Comenzó
sus estudios de arte en la Academia de Dibujo de Irún. En 1917, con
la recomendación de Ricardo Baroja, se trasladó a Madrid para
continuar su aprendizaje artístico. Estudió en la Escuela de Artes
y Oficios con los maestros Echeandia y Álvarez Sotomayor. A los
veintiún años de edad se presentó a la Exposición de Noveles
Guipuzcoanos, obteniendo un gran éxito; fue muy comentado y elogiado
su cuadro titulado Carnestolendas.
Asistió a algunas clases en la Academia de Bellas Artes de San
Fernando, y más adelante abrió un estudio con Carlos Sáenz de
Tejada. En 1920 se estableció en Fuenterrabía.
En
1923, viajó a París junto a Gaspar Montes Iturrioz y Flores
Kaperotxipi. Estudió en las academias Colarosi y en la "Grande
Chaumiére", allí recibió las influencias del Impresionismo y
Fauvismo que posteriormente plasmará en su lienzos con ejemplar
maestría. En 1921, 1922 y 1923 siguió concurriendo a las
exposiciones de artistas noveles y consiguió diferentes premios. En
1923 celebró una exposición en los salones de El
Pueblo Vasco,
y en 1926 expuso en el Ateneo de Madrid algunas obras que merecieron
ser comentadas.
Posteriormente
concurrió a la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid,
presentando dos cuadros. Después de celebrar algunas exposiciones se
trasladó a Hendaya donde realizó un retrato a don Miguel de Unamuno
cuando éste se hallaba forzosamente allí.
La
guerra civil española le obligó a partir con dirección a la
República Argentina, instalándose en Mar del Plata, poco después
concurrió a la exposición denominada Salón de Primavera, donde
obtuvo una merecida medalla de Plata. Posteriormente gozó del éxito
obtenido con sus obras en el Casino en la muestra de Artistas Vascos.
De Mar del Plata se trasladó a Bolivia para ejercer la dirección de
la Escuela de Arte de Santa Cruz. Luego se trasladó a Chile. En 1953
regresó a Irun y, consagrado totalmente como pintor, expuso en
Bilbao, Barcelona y Madrid. En 1977 se instaló en Etxalar (Navarra)
donde, aislado de los circuitos artísticos, continuó la labor
pictórica hasta su muerte.
Las
obras de ambiente vasco han sido muy celebradas y prontamente
adquiridas, siendo uno de los cuadros más cotizados el titulado
Pescador,
que se encuentra en la colección Collin Wooffran, de Nueva York. Sus
obras se encuentran en colecciones particulares y oficiales en muchos
países de habla castellana, especialmente en Bolivia. El Museo San
Telmo adquirió tres obras.
Realizó
también murales, entre ellos las pinturas del Santuario de Nuestra
Señora de Guadalupe, en Hondarribia y una arcada completa en la
iglesia dedicada a San Antonio en el barrio de Alzate (Baztán,
1953).
Los
cuadros titulados Viejo
de mar y niño;
De
vuelta de la pesca,
y Retrato
de Unamuno,
han merecido los más sinceros elogios.
Bienabe,
describió pictóricamente el paisaje del Bidasoa, en el que se
inició y también cerró su ciclo vital. Fue pintor de paisajes y
tipos vascos. Su primera etapa pictórica de la década de los años
veinte se situó dentro del realismo, con figuras de inspiración
velazqueña. Tras su paso por París recibió influencias de Matisse
y sobre todo de Vlaminck. En los años treinta su estilo evolucionó
hacia el fauvismo y sus paisajes denotan influencia de Vázquez Díaz
en las formas volumétricas. En su última etapa pintó sólo
paisajes y evolucionó hacia el impresionismo, en la línea de Darío
de Regoyos.
A lo largo de su dilatada trayectoria artística recibe numerosas influencias que discurren entre la luz y los colores del impresionismo y el expresionismo de su pincelada. En París muestra gran interés por el geometrismo y síntesis de la pintura de Cezánne mientras que en América el realismo lineal y dibujístico marca su estilo. Ante este panorama, Bienabe Artía ha sido considerado un artista puente entre la tradición y la modernidad de la pintura vasca y un referente y maestro para las futuras generaciones.
"Bienabe
Artía es un enamorado del sabor local. Pero su pintura no cae en el
pintoresquismo o el mero folklore, y universaliza los valores
autóctonos con la enorme potencialidad de su plástica. En este
orden, los temas de figura son más característicos que los
paisajes, peculiaridad, por otra parte, que se encuentra en toda la
escuela vasca. Sin embargo, Bienabe Artia infunde al paisaje un vigor
ceñido y denso, que a veces recuerda los mejores momentos de
Regoyos. Su paleta, propicia a los acordes graves, tiene una gama
extensa y bien armonizada, que concuerda con la severidad formal y el
orden riguroso de la composición, remitida siempre a la conjugación
de la masa con el pigmento". AngelMarsá en la Gaceta de las
Artes, Barcelona, 1954.
En
agosto-septiembre de 2001 tuvo lugar una exposición retrospectiva en
el Centro Cultural Amaia de Irun.
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