Gaspar
montes Iturrioz es un pintor nacido en Irún (Gipuzkoa) el 27 de
febrero de 1901 y fallecido en 1998.
Inició
sus estudios en Irun con el escultor Julio Echenadia
y
el pintor José
Salis Camino,
trasladándose después a Madrid para seguir estudiando con los
profesores don José María López Mezquita y don Fernando Álvarez
de Sotomayor. Es digno hacer constar que el pintor don José Salis
Camino no se limitó a darle lecciones, porque él y don Nemesio
Camio, le dieron una pensión para que pudiera ir a Madrid para
ampliar sus estudios.
En
1924 se trasladó a París con el importe del premio conseguido en la
Exposición de Artistas Noveles, y estudió en las Academias libres
de la capital de la República Francesa.
Concurrió
a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes en 1927 y 1930 y
celebró exposiciones colectivas e individuales en Madrid, San
Sebastián, Pau, Bayona, etc. En 1938 empezó a tener buen número de
discípulos que le obligó a dedicarse con intensidad a la enseñanza
pictórica.
Obtuvo
varios Primeros Premios en el Certamen de Artistas Noveles
Guipuzcoanos a partir del año 1919, Primer Premio en el Certamen de
Navidad de San Sebastián de 1951 y Primer Premio Darío de Regoyos
en el Certamen de Navidad de 1956. También consiguió obtener el
Segundo Premio del Ayuntamiento de San Sebastián en 1952,
consistente en cinco mil pesetas.
En
1964 y 67 expuso en San Sebastián, y en 1970 expuso junto a Arteta,
Casas, etc., en la exposición "Siete Maestros Españoles del
Dibujo". Pintó murales en iglesias de Gipuzkoa, Valencia y
Asturias. Y también pintó motivos decorativos en el campo de
aviación de Valladolid y en hoteles navarros y aragoneses, como
asimismo vidrieras.
Obras
más conocidas: Roncesvalles,
El embarcadero, Paisaje de Irún, Fuente de Narciso y Nieve en Irún,
esta última obra propiedad del Museo de San Telmo de San Sebastián,
donde se encuentran parte de sus obras, así como en Bilbao y en el
Mar de la Plata (Argentina). Otras obras: Camino
de Behobia, Bidasoa, Otoño, Fuenterrabia, Aoiz,
así como diversos paisajes nevados.
El
surgir de Montes Iturrioz en Irún fue parecido al de Bienabe: los
mismos estudios, el mecenazgo de que es objeto por Salís y Nemesio
Camino, análogas implicaciones familiares con el entorno y la
participación en su juventud del ambiente cultural irunés. Pero la
suerte de la confrontación civil deparó a este pintor derroteros
diferentes a los de su amigo, que derivaron en una permanencia casi
absoluta en Irún (salvo períodos formativos), con actividades
polifacéticas -aunque dentro del campo creativo del arte-, tales
como ilustraciones, decoraciones, diseños de vidrieras etc., y algo
mucho más trascendental, su profesorado en la Academia particular de
Dibujo de Beráun desde poco antes de la guerra, continuándose luego
en la Academia Municipal de Dibujo de Irún hasta su jubilación. Lo
cual situó a Montes Iturrioz en un plano de indudable importancia.
Correspondió
a Montes Iturrioz la tarea de crear una escuela en el estuario del
Bidasoa para los pintores locales, que duró 50 años, en diversos
centros de Irún: primero en su Academia particular instalada en Casa
Beráun, que abrió poco antes de la guerra, después en la Academia
Municipal de Dibujo, de la que pronto fue director, compatibilizando
pintura, diseño y enseñanza. La jubilación no interrumpió su
labor didáctica, que continuó en la galería Txantxangorri de
Fuenterrabía -propiedad de la familia Salís- y en su propio
domicilio. Fueron muchísimos los alumnos que pasaron por sus manos
-no tanto sus discípulos, aunque numerosos- a quienes recomendó
<<mirar a la naturaleza>>, dejando la máxima libertad de
expresión, bajo la condición de una técnica rigurosa.
Gaspar
Montes Iturrioz sobresalió por su polifacética labor artística,
primero decorativa (diseño de tapices, vidriera y pintura mural),
luego gráfica (ilustración, cartelismo y grabado), pictórica y
docente. Protegido del pintor Salís, a quien debe los inicios de su
carrera artística en Madrid y París, recibió de él los conceptos
básicos de una estética de la Naturaleza vista al aire libre, con
una técnica pictórica de factura moderna; el sentimiento amoroso
hacia la Naturaleza propia; y una quietud por la cultura en sentido
amplio. Sus profesores Julio Echeandía, López Mezquita y Alvarez
Sotomayor reforzaron en él -junto a la pintura del Greco, Zurbarán
y Velázquez y Goya- la observación del natural y la exigencia de
perfeccionar la propia técnica. Acudió a París motivado por su
amigo Ramiro Arrúe, primero en ponerle en contacto con el
constructivismo cézanniano, que alimentaron en él la obra de
Arteta, el magisterio de Vázquez Díaz y su amistad con el discípulo
de éste, Olasagasti. En París perfeccionó el dibujo en las
Academias libres Colarossi y Grand Chaumiére, y estudió en el
Louvre el movimiento y la composición de los cuadros italianos del
Renacimiento. El aprendizaje en el impresionismo y postiempresionismo
(Van Gogh, Cézanne y Gauguin), fueron disipando en él el interés
por la figura y su sustitución por el paisaje.
La
pintura de Montes Iturrioz -singularmente su paisaje- es consecuencia
feliz del impresionismo y constructivismo a lo Cézanne, reforzados
por Vázquez Díaz, que para él representó la síntesis perfecta de
tales orientaciones. Del maestro de Nerva tomó su finura del color,
la exactitud del dibujo y el sentimiento de los volúmenes, atenuado
por su moderación personal.
Gaspar
Montes partió en su obra de un realismo académico, que se extiende
hasta 1920, tornándose constructiva su pintura seguidamente e
impresionista desde 1940, tras una transición realista que en cierto
modo recuerda lo hecho por Ricardo Baroja. Puede decirse que su
pintura es plenamente impresionista hasta 1973, en que sometió este
estilo a depuración, aflorando de nuevo a sus soportes un débil
constructivismo, en visiones de la Naturaleza más bien
espiritualizadas, evocadoras del sentimiento de Regoyos ante el campo
vasco.
Montes
Iturrioz fue el cantor de Irún y paisajista del interior de la
Cuenca del Bidasoa. Aunque también fue pintor de bajamares en la
desembocadura del Bidasoa. Embargado por el romanticismo de las Cinco
Villas navarras, de Urroz de Santesteban y de Baztán, nos ha
ofrecido visiones intensas y contrastadas de la Naturaleza: pueblos
junto al río, vistos tras el puente, con un fondo de montes
azulados; bosques y montes con senderos, casas y molinos solitarios;
campos silenciosos y quietos.
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